POR:
JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
Una vez más, los colores rojo y negro
vuelven a utilizarse en el diseño de la portada, mismo que pretende mostrar,
como pieza en segundo plano un engrane. En el primero, las letras L, U y X
figuran en mayúsculas, bajo la idea de afirmación, fortaleza y circunstancia
que darían a cada una de ellas el hecho de estar integradas en triángulos
semejantes, montadas en una especie de disposición donde el equilibrio permite
que se sostengan arrogantes y soberbias, sin riesgo de caer.
Su “Editorial” se aprovechó para ventilar el
caso de un trabajador que pasó de ser
sindicalizado a empleado de confianza, lo cual significaba en aquellos momentos
un acto de traición. Se denuncia además, que dicho empleado transformó sus
actitudes para convertirse en verdugo de
los mismos que lo sostuvieron en sus hombros para que –además- asaltara el lugar que indebidamente ocupa.
En “Página del Comité” escrita por C.
Álvarez Varela, entonces tesorero en el S.M.E. sobre las bondades que para
1927, significaba tener reunida una buena cantidad de dinero, reunido a partir
de ciertas cuotas, pero sobre todo por las buenas finanzas que se llevaban en
su administración, tanto por Lauro Arévalo como por Álvarez Varela. Ello permitió
pensar seriamente en que era un momento más que propicio para adquirir un
edificio que se convirtiera en la sede del Sindicato Mexicano de Electricistas.
Luego de las gestiones realizadas para
adquirir la casa ubicada en la calle de Colombia N° 9, en el centro de la
ciudad de México, por la cual se pagaron $30,000 plata, y acondicionado este
para los fines que se seguían, fue realizada la toma de posesión del mismo,
realizándose también la ceremonia de inauguración oficial, con lo que desde esa
fecha se convirtió en la sede del Sindicato Mexicano de Electricistas, primera
agrupación obrera del D.F. que adquiría un edificio propio.
A la inauguración asistieron en Sr. W. H.
Fraser, Gerente General de la Compañía, y todos los altos jefes de la misma.
Fraser, tuvo a bien facilitar los $30,000 pesos sin rédito alguno. Por tal
motivo, se formó una sociedad con el título de “L. M. Guibara y Cía., Scs., S.
en C” la cual facilitó los treinta mil pesos, sin rédito alguno, estipulándose
que el Sindicato abonaría $500 mensuales hasta la total solución de la deuda;
libertad de aumentar dichos abonos; autorización para hacer las obras y
ampliaciones convenientes siempre que aumenten el valor de la finca; concesión
de cuatro meses de plazo, por si, en cualquier circunstancia imprevista, no
hubiera posibilidad de pagar; si por causa de una desorganización o asunto de
índole parecida, no hubiera posibilidad de pagar y, por tanto, tuviera que
venderse el edificio, la sociedad L. M. Guibara podría hacerlo, devolviendo al
Sindicato las cantidades que hubiera abonado a cuenta del mismo, y si el precio
de venta fuera mayor, la diferencia, deducidos los gastos, se entregaría
igualmente al Sindicato; dichas cantidades se entregarían al Comité en
funciones, previa autorización de las tres cuartas partes de los agremiados,
dada por escrito; finalmente, pagada totalmente la suma de $30,000, el edificio
pasará a poder del Sindicato, el que, previamente, necesita adquirir su
personalidad jurídica. Estas son en extracto las cláusulas del convenio privado
firmado entre la sociedad L. M. Guibara y el Sindicato, representado por todo
el Comité y las Comisiones que fungían durante el año de 1927.
La alegría y el entusiasmo en aquella inauguración
fue desbordante, y a pesar de lo amplia que era la casa, fue pequeña para dar
cabida a la inmensa cantidad de compañeros que en esa noche estuvieron
reunidos, celebrando con vibrantes y significativos discursos un acto en el que
se daba una prueba palpable de la posibilidad de que exista la armonía entre el
capital y el trabajo; basta que por una y otra parte, haya una mutua
comprensión, lográndose así alcanzar altos fines.
La misma publicación, dio razón sobre el “Pacto
de Solidaridad que viene a llenar un vacío”, lo cual refiere el convenio que
firmaron miembros de los Comités Ejecutivos de la Alianza de Obreros y
Empleados de la Compañía de Tranvías de México, S.A. y del Sindicato Mexicano de
Electricistas, debidamente autorizados en asambleas generales extraordinaria y
ordinaria, respectivamente celebradas por las mencionadas agrupaciones los días
24 y 31 del mes de mayo de 1928, y cuyas actas de adhieren a este pacto,
acuerdan celebrar el presente convenio de solidaridad bajo las siguientes
cláusulas:
PRIMERA.-El
Sindicato y la Alianza se comprometen a prestarse ayuda solidaria, tanto moral
como materialmente, en caso de que cualquiera de ambas agrupaciones tengan un
conflicto de carácter general, surgido por dificultades gremiales con su
respectiva Empresa, previo estudio de las causas que lo motiven, estando
obligados los Comités Ejecutivos en pleno, a hacer las representaciones ante
quien corresponda, previa aprobación de asamblea…. Y así, hasta la octava
cláusula de un interesante acuerdo representado bajo el siguiente escenario:
Esta reflexión se
publicó en la pág. 7 de nuestra revista.
En “Ligeros Apuntes sobre Materiales de
Construcción” a cargo del Ing. Salvador Eguiarte, trata sobre aquellos
elementos que se utilizan en la construcción. Desde la piedra braza, el
tabique, la arena, son tres componentes importantísimos en la obra por
levantar.
Destacan en “Informaciones noticias y
comentarios gremiales” varias noticias relacionadas con las actividades
realizadas al interior del S.M.E. Entre otras se encuentran la de la redacción
de un Reglamento del Taller Eléctrico, los avances sobre la integración de la
Biblioteca y la necesidad de que dicha área disponga de un Reglamento Interno
para su mejor funcionamiento. Se aprovecha para comentar que para entonces ya
existían 300 volúmenes, “entre obras científicas, filosóficas, sociales y
literarias, cantidad a todas luces insuficiente para llenar la necesidad de nuestros
agremiados”. Otro aspecto es que, a través de la Cooperativa de Farmacéuticos
se suministraran medicamentos a “nuestros agremiados”. También se notifican los
nuevos “Ascensos en conexiones”, sobre los “Practicantes de la línea elevada”,
sin faltar la advertencia “Ojo con los agiotistas” y la elaboración de un nuevo
convenio, el que tendría que ver con la “reciente Convención Interior de
empleados y obreros de la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, S.A.” del
cual sólo se esperaba la respuesta por parte de la Empresa para su aprobación.
No faltó en “Información Científica” aquello
que explicaba el funcionamiento de “Un gigantesco Turbogenerador de Vapor”, ni
la nota sobre la “Solemne Inauguración del Taller Electro Mecánico del
Sindicato”. Como antecedente, que ya se había hecho alguna mención de las
revistas anteriores, es ese antecedente que habría para lo que con el tiempo
fue el área de “Programa Habitacional”. En este caso, tiene que ver con la
posibilidad de construir casa propia, sobre todo a partir del acuerdo con la “Colonia
Industrial, S.A.”
En la entonces…
…sobre
todo si entre la mucha gente que se saluda, existiese “un individuo atacado por
un padecimiento infeccioso, lo que lo convierte en fuente copiosa de gérmenes”.
Un reconocido historiador de la época, don
Alfonso Teja Zabre, entonces colaborador de El
Universal, tuvo conceptos muy positivos para con el S.M.E., calificándolo
para parte de las “asociaciones sindicalistas de trabajadores (…) que provoca
deliberaciones, controversias y debates abiertos para estudiar la cuestión
social y el problema económico”
Una nueva sección denominada “Vidas
Ejemplares” se ocupa, gracias a la pluma de Ernesto Lozano, ni más ni menos que
de fray Bartolomé de las Casas.
Infaltables, desde entonces las notas
deportivas, dejan registro de los triunfos que estaba alcanzando, una vez más,
la “novena” que representaba en el beisbol, a S.M.E., y a cuyo frente se
encontraba el Secretario General, Luis R. Ochoa.
Cierra la revista con una sección de
humorismo, y por ahora también, así cerramos la revisión de esta emblemática
publicación.
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