EDITORIAL.
POR: JOSÉ FRANCISCO
COELLO UGALDE.
Por estos días se anuncia la presentación
como propuesta, de la reforma hacendaria. Ya empieza a ser un tema con fuerte
carga de polémica. Me da la impresión de que si bien, propuesta por el
ejecutivo, si por alguna razón fuese una medida indebida, no será la figura
presidencial el único blanco de ataque. Para ello encontrará en el “pacto por
México” el escudo para protegerlo de cualquier ataque, al punto de que sean sus
integrantes quienes en una actitud francamente denigrante, se conviertan en
algo así como la “tapadera” de los costos que signifiquen medidas de tal
naturaleza. Obviamente cualquier reforma en beneficio para un país en
desarrollo le vienen bien en la medida en que sus propósitos son los de afectar
lo menos que sea posible el ingreso de los asalariados quienes muchas veces
terminan convirtiéndose en auténticos pararrayos de tales decisiones, pues son
quienes reciben las peores descargas de una furiosa oleada de incrementos, lo
que no constituye el mejor aliciente para sus mermados bolsillos, y menos para
sus frágiles condiciones económicas, cada vez más vulnerables, debido al efecto
incontenible de una crisis.
Lo peor de todo este panorama es que una
reforma como la hacendaria termine por colmar la paciencia de muchos mexicanos
que hoy nos hemos visto nuevamente engañados por el ingenioso doble discurso
del estado, como se comprobará a continuación, resultado de la que ya va siendo
una realidad en el caso de la reforma energética. Todo lo anterior es derivado
de la siguiente nota que publicó hace unos días La Jornada:
¿En qué quedamos por fin? Como decía la
canción.
Ya lo ha afirmado en su propio estilo el
colega Pedro Salmerón, al manifestar entre sus diversos desacuerdos, el hecho
de que Peña Nieto viene a sumarse a los falsificadores de la historia con la
serie de permanentes eslabones declaratorios que hoy integran una cadena que ya
somete a esta nación con vistas a pulverizar lo poco que queda en pie del
artículo 27 constitucional en términos de que
Corresponde a la
Nación el dominio directo de todos los recursos naturales de la plataforma continental
y los zócalos submarinos de las islas; de todos los minerales o substancias que
en vetas, mantos, masas o yacimientos, constituyan depósitos cuya naturaleza
sea distinta de los componentes de los terrenos, tales como los minerales de
los que se extraigan metales y metaloides utilizados en la industria; los
yacimientos de piedras preciosas, de sal de gema y las salinas formadas
directamente por las aguas marinas; los productos derivados de la
descomposición de las rocas, cuando su explotación necesite trabajos
subterráneos; los yacimientos minerales u orgánicos de materias susceptibles de
ser utilizadas como fertilizantes; los combustibles minerales sólidos; el
petróleo y todos los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos; y el
espacio situado sobre el territorio nacional, en la extensión y términos que
fije el Derecho Internacional.
Del mismo modo, se hace indispensable volver
a insistir en aquel momento histórico para entender el contenido del discurso
que emitió el presidente Adolfo López Mateos, al respecto de la nacionalización
de la industria eléctrica, el 27 de septiembre de 1960:
Compatriotas:
Al tomar posesión la
nación mexicana de la Compañía de Luz, se consuma un largo esfuerzo
desarrollado por el pueblo de México para tener en sus manos la energía
eléctrica que en el país se produce por manos de mexicanos.
La nacionalización de
la energía eléctrica es una meta alcanzada por el pueblo en el camino de la
Revolución.
Siempre hemos
sostenido que alcanzar una meta debe ser punto de partida para más importantes
realizaciones, y ahora invitamos al pueblo de México a que, en posesión de su
energía eléctrica, acreciente su industrialización para llevar a los hogares de
todos, los beneficios de la energía eléctrica y los de la industrialización.
Hemos de velar todos
por que la industria eléctrica en México se maneje con la mayor limpieza, para
que todos sus beneficios sean para el pueblo y sólo para el pueblo. Y todos
estaremos atentos y vigilantes para señalar con índice de fuego y para castigar
en forma adecuada a quienes falten a la lealtad que deben a la patria y al
pueblo.
No habrá en la industria
eléctrica ni merinos ni ladrones, porque contamos no sólo con la energía del
gobierno, que habremos de poner en juego, sino con la lealtad de los
trabajadores electricistas, que habrán de ser soldados permanentes en la
vigilancia de los intereses del pueblo.
Confiamos en su
esfuerzo y en su patriotismo para responderle a México que su industria
eléctrica se manejará bien, en beneficio del país; honestamente, en beneficio
del pueblo; esforzadamente, en beneficio de México.
Yen esta ocasión en
que se cumple una etapa más, podemos afirmar: México es cada día más soberano,
cada día más libre, cada día más independiente, por el esfuerzo de ustedes, por
el esfuerzo de todos los mexicanos.
¡Adelante... México
es nuestro!
Entre aquel propósito y este otro
despropósito hay un abismo que pone en entredicho a la nación entera, al
destino histórico que sigue persiguiendo para convertirse en un país
democrático, donde la justicia y la honestidad prevalezcan como bandera de
honor.
Adolfo López
Mateos. Disponible septiembre 10, 2013 en: http://www.vocesdelperiodista.com.mx/index.php/component/content/article/1022.html
Con todo lo anterior, uno se pregunta, ¿con
qué siguen al paso que van en este país?
Septiembre 10 de
2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario