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viernes, 30 de mayo de 2014

EDITORIAL.

EDITORIAL.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Luego de que el gobierno mexicano otorgó a la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, S.A. la respectiva concesión para utilizar las aguas de los ríos Necaxa y Tenango y con ello obtener la generación de la fuerza, comenzó una de las obras de ingeniería más excepcionales, sobre todo por el hecho de encarar difíciles condiciones orográficas de la zona, con sus accidentes naturales, mismos que resolvieron un numeroso grupo de técnicos, entre nacionales y extranjeros, así como personal operativo propio de la región. A partir del 6 de diciembre de 1905 la planta hidroeléctrica de Necaxa se puso en servicio, con lo que se obtuvieron una serie de ventajas que, para la época mostraron significativos avances no sólo de la ingeniería o la arquitectura. También en un sentido que se reflejaba en la economía del país.
   Por largos 109 estuvo bajo la responsabilidad de Luz y Fuerza del Centro, empresa que, como se sabe, fue sometida a un ilegal decreto de extinción a partir del 10 de octubre de 2009. Desde entonces, dicha planta pasó a formar parte del conjunto de instalaciones de las que es responsable Comisión Federal de Electricidad. Lamentablemente, siendo una instalación muy peculiar, no ha recibido la atención requerida, por lo que se teme que al interior de la misma existan condiciones tan lamentables como por ejemplo: generadores desarmados, diques de la presa, compuertas y canales de agua sin mantenimiento, tuberías de fuerza abandonadas y otras graves omisiones que ponen en riesgo a tan emblemática instalación. De ese modo, al cobrar conciencia de su significado histórico, se han puesto en marcha diversas gestiones con objeto de protegerla, considerándola, sin temor a equivocarme, como parte esencial de la arqueología industrial en este país. Dicho concepto todavía no adquiere la relevancia debida, de ahí que se insista en los propósitos de protección de un patrimonio que merece ser rescatado.
   Hace unos días, el Comité Central del Sindicato Mexicano de Electricistas realizó una movilización en el poblado de “Juan Galindo”, aledaño a la propia planta para concientizar y sensibilizar no sólo a sus pobladores, quienes ya lo están desde hace mucho tiempo. Sino a la autoridades que ya se ve, parecen desentenderse de una responsabilidad de custodia hacia una más de las representaciones estructurales que hoy día, forman parte de una infraestructura industrial que ha pasado a formar parte del paisaje que no solo es urbano. También rural. Me refiero, una vez más, y no puedo callarlo, a la planta hidroeléctrica de Necaxa, misma que debería estar trabajando al unísono con todo el sistema  bajo el siguiente pulso:


   Además, algunos organismos y sociedades civiles han venido trabajando en forma activa para concretar ese empeño. Entre otros, se encuentra el Comité para la defensa del patrimonio cultural, tecnológico e industrial del sector eléctrico, A.C. (CODEPACUTI, A.C., por sus siglas), cuyos integrantes nos sentimos profundamente comprometidos ante la dimensión del caso. De ahí que nos hayamos sumado a la que es una noble tarea: lograr que la planta Hidroeléctrica de Necaxa, en tanto legado, pase a formar parte del patrimonio histórico de este país, con lo que la presente propuesta vendría a convertirse en otra caja de resonancia más para extender nuestras preocupaciones en el ámbito académico, sector muy sensible del que muchas veces, organismos internacionales como la UNESCO o ICOMOS, recogen y hacen suya su experiencia; y cuyo beneficio ha venido redundando en diversas labores de rescate y valoración materializada particularmente en expresiones de la cultura. 

La Jornada, 21 de mayo de 2014, p. 14. En la edición a la nota, he agregado un hermoso paisaje de La Laguna, registro fotográfico fechado en febrero de 1910. Col. del autor.


31 de mayo de 2014.

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