EL SINDICATO MEXICANO DE ELECTRICISTAS. A 100 AÑOS DE SU
FORMACIÓN Y CONSOLIDACIÓN. (1914 – 2014). PARTE
XII.
POR:
JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
A 62
años vista, los hechos del 21 de julio de 1952 marcaron el destino del
Sindicato Mexicano de Electricistas, hasta el punto de convertirse, junto con
la fecha de su creación misma, la del 14 de diciembre de 1914. Y luego con la
que enfrentó, en octubre 10 de 2009 a raíz de la extinción de Luz y Fuerza del
Centro, en las efemérides más notables, sobre todo porque en esos tres días
claves se registró un “golpe de timón”, una “vuelta de tuerca” sin precedentes,
y que llegan a tocar las fibras más sensibles de una institución, de una
comunidad de trabajadores que a lo largo de casi un siglo cabal, ha integrado e
intensificado el grado de influencia de uno de los sindicatos nacionales <(e
incluso a nivel internacional) más importantes del orbe. No es poca cosa que en
los 100 años que está por cumplir, haya acumulado sinfín de capítulos positivos
y negativos, de los cuales ganó en madurez y experiencia.
Desde
hoy, y quizá otras entregas más debido a su extensión y amplitud, me ocuparé
del complejo asunto que derivó en la ya famosa concentración en “Verónica” esa
tarde de julio de 1952, así como el surgimiento del “Comité de Verónica” un mes
después, a partir de la acertada presencia en la que se aplicó una forma
políticamente correcta en términos de forma de gobierno. Me refiero al interesante
episodio del “Directorio de Verónica”.
Por diez
años, de 1942 a 1952 imperó un Comité que se desbordó en la fascinación del
poder. Se trata de aquel en el que su Secretario General fue el C. Juan José
Rivera Rojas, quien por esas épocas –además-, era Senador, lo que le auguraba
un apoyo político incondicional, gracias al partido al que estuvo afiliado. Me refiero
al Revolucionario Institucional (P.R.I.), donde el Lic. Miguel Alemán debe
haber jugado un papel decisivo. Se sabe de sus logros, pero también de sus
abusos, para lo cual se distinguió en encabezar un grupo (que hoy sería casi
delicuencial), pues sus órdenes se convertían en escenas de violencia y, donde
a punta de pistola se arreglaron muchos asuntos. Tal parece que la gota que
vino a derramar toda aquella época de impunidad fue el hecho de exigirle al
Comité Central de Electricistas, que pusiera a disposición la contabilidad del
Sindicato, con el fin de que se aclarara el empleo que se le dio a los TREINTA
MILLONES DE PESOS, en números redondos que el señor Rivera Rojas recibió de la
Compañía de Luz, por diversos conceptos, desde que se hizo cargo de la
Secretaría General.
Por tratarse
de una información de suyo importante, debo adelantarme al hecho de compartir
con ustedes las diversas páginas que dedicó al asunto la entrañable LUX. La revista de los trabajadores, la
cual también reanudaba sus propósitos tras un forzoso receso habido entre los
meses de mayo y agosto de 1952, en que no se publicó.
¿Cuál sería la dimensión de aquel episodio, que para la comunidad de
electricistas representaba una auténtica independencia?
Ya se
ve que tal hecho se convirtió en un parteaguas pues, quedaba atrás una época de
oscurantismo, excesos e impunidad en el que mucho tendría que ver el gobierno,
el sistema ante el cual estaba al servicio ese Comité Central, encabezado por
Juan José Rivera Reyes y respaldado por: José Manuel Salceda Ballina, Apolonio
Rojas Güereque, Roberto Ocampo González, Francisco de Celis Vertiz, Ramón
González Argudín, Francisco Sánchez Garnica, Federico Millán Olivares,
Francisco Bustos Cerezo, Juan Becerril Martínez y José Euroza Miranda.
Llama
la atención que en la propia revista del Sindicato Mexicano de Electricistas,
por lo menos durante los primeros meses de 1952, esta se convirtiera en
auténtico “panegírico” en favor y elogio del señor Rivera Rojas, sobresaliendo
múltiples actos sociales en donde se le condecora con este o aquel reconocimiento,
lo que habla de una auténtica labor parcial de aquella publicación que parecía
estar convertida, por momentos, en sección de “Sociales” incluida en algún
periódico de la época.
Tanto
se exaltó dicha figura, la del Secretario General, que sus obras y sus actos parecían
ser los de una figura notable y postrevolucionaria, lo que para la época significaba
preservar la construcción de héroes o caudillos en medio del discurso histórico
que pretendió mantener el partido en el poder.
Para
julio de 1952, la tensión de diversos conflictos creció a niveles nunca antes
vistos, y fue precisamente el Comité Central quien, actuando frontalmente,
cometió diversos actos en los que, haciendo uso de la fuerza, elevaron su
perfil al de una auténtica dictadura, síntoma al que se unió el de un dispendio
ofensivo de recursos, no sólo los del Sindicato. También los de aquellos
$30,000.000.00 de pesos que la empresa había puesto en manos de Rivera Rojas
desde que puso en marcha sus gestiones como Secretario. Esto en 1942.
Muchos
de nosotros nos preguntamos qué circunstancia orilló a la propia empresa a
turnar a un Secretario General una cantidad de ese nivel, lo que no era
cualquier cosa en esos tiempos.
Y así
pasaron diez largos años de irregularidades, mismas que fue ventilando la prensa
oficial u oficiosa de aquellas épocas. Menos la revista LUX, lo que hace despertar una serie de sospechas al respecto de
haberse tenido que alinear a tamaño abuso y no seguir otro dictado que no fuese
el de la “línea” que marcó o estableció el propio Comité Central. De ahí que
permanentemente las portadas de LUX
dieran una falsa impresión a partir de mensajes subliminales como este:
LUX. La
revista de los trabajadores. Año XXV, México, D.F., 31 de marzo de 1952,
N° 3 (Portada).
O esta
otra “perla”:
LUX. La
revista de los trabajadores. Año XXV, México, D.F., 31 de marzo de 1952,
N° 3, p. 18.
Las imágenes se deben a la "Colección Fátima Alvarado".
CONTINUARÁ.
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