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martes, 6 de mayo de 2014

NARRACIÓN DE HECHOS SOBRE EL AMARGO CASO DEL “VERONICAZO” EN JULIO DE 1952.

EL SINDICATO MEXICANO DE ELECTRICISTAS. A 100 AÑOS DE SU FORMACIÓN Y CONSOLIDACIÓN. (1914 – 2014). PARTE XII.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
  
   A 62 años vista, los hechos del 21 de julio de 1952 marcaron el destino del Sindicato Mexicano de Electricistas, hasta el punto de convertirse, junto con la fecha de su creación misma, la del 14 de diciembre de 1914. Y luego con la que enfrentó, en octubre 10 de 2009 a raíz de la extinción de Luz y Fuerza del Centro, en las efemérides más notables, sobre todo porque en esos tres días claves se registró un “golpe de timón”, una “vuelta de tuerca” sin precedentes, y que llegan a tocar las fibras más sensibles de una institución, de una comunidad de trabajadores que a lo largo de casi un siglo cabal, ha integrado e intensificado el grado de influencia de uno de los sindicatos nacionales <(e incluso a nivel internacional) más importantes del orbe. No es poca cosa que en los 100 años que está por cumplir, haya acumulado sinfín de capítulos positivos y negativos, de los cuales ganó en madurez y experiencia.
   Desde hoy, y quizá otras entregas más debido a su extensión y amplitud, me ocuparé del complejo asunto que derivó en la ya famosa concentración en “Verónica” esa tarde de julio de 1952, así como el surgimiento del “Comité de Verónica” un mes después, a partir de la acertada presencia en la que se aplicó una forma políticamente correcta en términos de forma de gobierno. Me refiero al interesante episodio del “Directorio de Verónica”.
   Por diez años, de 1942 a 1952 imperó un Comité que se desbordó en la fascinación del poder. Se trata de aquel en el que su Secretario General fue el C. Juan José Rivera Rojas, quien por esas épocas –además-, era Senador, lo que le auguraba un apoyo político incondicional, gracias al partido al que estuvo afiliado. Me refiero al Revolucionario Institucional (P.R.I.), donde el Lic. Miguel Alemán debe haber jugado un papel decisivo. Se sabe de sus logros, pero también de sus abusos, para lo cual se distinguió en encabezar un grupo (que hoy sería casi delicuencial), pues sus órdenes se convertían en escenas de violencia y, donde a punta de pistola se arreglaron muchos asuntos. Tal parece que la gota que vino a derramar toda aquella época de impunidad fue el hecho de exigirle al Comité Central de Electricistas, que pusiera a disposición la contabilidad del Sindicato, con el fin de que se aclarara el empleo que se le dio a los TREINTA MILLONES DE PESOS, en números redondos que el señor Rivera Rojas recibió de la Compañía de Luz, por diversos conceptos, desde que se hizo cargo de la Secretaría General.
   Por tratarse de una información de suyo importante, debo adelantarme al hecho de compartir con ustedes las diversas páginas que dedicó al asunto la entrañable LUX. La revista de los trabajadores, la cual también reanudaba sus propósitos tras un forzoso receso habido entre los meses de mayo y agosto de 1952, en que no se publicó.
   ¿Cuál sería la dimensión de aquel episodio, que para la comunidad de electricistas representaba una auténtica independencia?
   Ya se ve que tal hecho se convirtió en un parteaguas pues, quedaba atrás una época de oscurantismo, excesos e impunidad en el que mucho tendría que ver el gobierno, el sistema ante el cual estaba al servicio ese Comité Central, encabezado por Juan José Rivera Reyes y respaldado por: José Manuel Salceda Ballina, Apolonio Rojas Güereque, Roberto Ocampo González, Francisco de Celis Vertiz, Ramón González Argudín, Francisco Sánchez Garnica, Federico Millán Olivares, Francisco Bustos Cerezo, Juan Becerril Martínez y José Euroza Miranda.


   Llama la atención que en la propia revista del Sindicato Mexicano de Electricistas, por lo menos durante los primeros meses de 1952, esta se convirtiera en auténtico “panegírico” en favor y elogio del señor Rivera Rojas, sobresaliendo múltiples actos sociales en donde se le condecora con este o aquel reconocimiento, lo que habla de una auténtica labor parcial de aquella publicación que parecía estar convertida, por momentos, en sección de “Sociales” incluida en algún periódico de la época.
   Tanto se exaltó dicha figura, la del Secretario General, que sus obras y sus actos parecían ser los de una figura notable y postrevolucionaria, lo que para la época significaba preservar la construcción de héroes o caudillos en medio del discurso histórico que pretendió mantener el partido en el poder.
   Para julio de 1952, la tensión de diversos conflictos creció a niveles nunca antes vistos, y fue precisamente el Comité Central quien, actuando frontalmente, cometió diversos actos en los que, haciendo uso de la fuerza, elevaron su perfil al de una auténtica dictadura, síntoma al que se unió el de un dispendio ofensivo de recursos, no sólo los del Sindicato. También los de aquellos $30,000.000.00 de pesos que la empresa había puesto en manos de Rivera Rojas desde que puso en marcha sus gestiones como Secretario. Esto en 1942.
   Muchos de nosotros nos preguntamos qué circunstancia orilló a la propia empresa a turnar a un Secretario General una cantidad de ese nivel, lo que no era cualquier cosa en esos tiempos.
   Y así pasaron diez largos años de irregularidades, mismas que fue ventilando la prensa oficial u oficiosa de aquellas épocas. Menos la revista LUX, lo que hace despertar una serie de sospechas al respecto de haberse tenido que alinear a tamaño abuso y no seguir otro dictado que no fuese el de la “línea” que marcó o estableció el propio Comité Central. De ahí que permanentemente las portadas de LUX dieran una falsa impresión a partir de mensajes subliminales como este:

LUX. La revista de los trabajadores. Año XXV, México, D.F., 31 de marzo de 1952, N° 3 (Portada).

   O esta otra “perla”:

LUX. La revista de los trabajadores. Año XXV, México, D.F., 31 de marzo de 1952, N° 3, p. 18.

Las imágenes se deben a la "Colección Fátima Alvarado".


CONTINUARÁ.

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