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viernes, 20 de marzo de 2015

ESTAMOS OFENDIDOS POR TANTO DESAGRAVIO.

EDITORIAL.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Asombra el modo, la forma en que el autoritarismo del estado ha venido actuando, en forma sistemática, desde los comienzos del que fue un irregular y mediocre sexenio, para que ahora, a dos años de su camino, cuajado ya en el molde de una dictadura -¿perfecta o imperfecta?- vaya de embestida en embestida, cometiendo según ellos, los aciertos y las mejoras que convienen al país. Según nosotros, los ciudadanos de a pie, las tropelías y desaciertos que están llevando a la patria por la senda de la tragedia.
   Las reformas estructurales, como la energética, por ejemplo. Ayotzinapa y su “certero” desenlace colmado de “verdad histórica”. La designación de Eduardo Medina Mora, designado Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El despido con sesgos políticos de Carmen Aristegui, que venía tratando entre otros, el caso de la “Casa Blanca” y ahora la que comienza a ser la nueva pesadilla: es decir, la reforma encargada de privatizar el agua (Ley General de Aguas) que están poniendo en vilo a nuestra sociedad. Y eso sin tomar en cuenta de que llevamos tres meses de campaña política, saturada de ese desmedido despliegue no solo de todos los partidos políticos, sino también del Instituto Nacional Electoral (INE). Con todo ello, ¿qué pretenden? cuando nuestro desencanto no tiene otra salida que la rebelión.
   Y aún más: la revolución.
   ¿Pero estaremos preparados para un movimiento armado?
   Me temo que no.
   Evidentemente los altos niveles de pobreza, de delincuencia y descomposición social abonarían tal circunstancia, pero como sociedad estamos desarticulados.
   No faltará alguien que me pregunte ¿y esos fenómenos de solidaridad? En efecto, son eso, ganas de ayudar al otro o a los otros en caso de una tragedia, pues resuelta en buena medida la contingencia se recuperan los niveles de esa deseable normalidad, por lo cual cada quien retoma el paso que lleva por la vida.
   Habría que preguntarle, por ejemplo al Subcomandante Marcos si conviene o no esa descabellada idea del levantamiento popular. Y menciono al líder intelectual del Ejército Zapatista de Liberación Nacional no nada más como una ocurrencia, porque independientemente de su fallido pero no fracasado surgimiento en el albor de 1994, cuenta con la experiencia y la doctrina para ello. No olvidemos tampoco que otros componentes como la necesidad de una fuente segura de trabajo (hoy la informalidad alcanza el 57% de la población en edad de trabajar), o el hambre, o esos sistemas ofensivos de contratación que hoy se traducen en el “outsourcing”, se convierten en detonantes naturales para la revuelta. Pero no invoco, no es deseable invocar circunstancias inesperadas, indeseables. Lamentablemente el estado y todas sus acciones están empujando al país por las mismísimas orillas de un abismo. Por eso, habría que preguntarle al pueblo hasta dónde ha llegado su límite de tolerancia, y de qué es capaz. Posiblemente las respuestas sean tan coincidentes como extremas… o quizá hasta de apatía.
   Mientras tanto, los engaños vestidos de acciones positivas son la marca de la casa en este sexenio. Videgaray Carstens no descansan en recetar medicinas de fantasía al moribundo, mientras este se retucerce de dolor sin demasiadas posibilidades de mejora.
   A propósito, un análisis centrado, frío pero con tintes realistas es el que nos presenta Julio Boltvinik en su última entrega de Economía moral (La Jornada, 20 de marzo de 2015, p. 29 y disponible en internet, marzo 20, 2015 en: http://www.jornada.unam.mx/2015/03/20/opinion/029o1eco). Allí se expresan escenarios catastróficos, pero también los de la más densa y agobiante realidad que alcanza a las sociedades presentes. Esa visión no tiene desperdicio.

Hoy, como hace 50 años… Portada y contraportada de Lux. La revista de los trabajadores de enero y febrero de 1965. Col. Sra. Fátima Alvarado.

   Nosotros, los electricistas que trabajamos en Luz y Fuerza del Centro y que también fuimos blanco de ese ataque donde se conjuntan los ingredientes que se plantean en “Economía moral” y a los que debe agregarse el otro que consumó una oscura estrategia de inteligencia solo atribuible al estado, y de la cual ha hecho un interesante análisis el colega Adrián Galindo de Pablo,[1] nos lleva a pensar y repensar todo aquello de lo dicho hasta aquí. Yo espero que no solo sean palabras, ideas… sino acciones. Merecemos algo mejor, mucho mejor.

20 de marzo de 2015. 



[1] Adrián Galindo de Pablo: “Origen económico del conflicto”, disponible en internet, marzo 20, 2015 en: https://trecedeoctubredosmilonce.files.wordpress.com/2011/07/conflicto-economico-sme.pdf

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