CAPÍTULO
ESPECIAL. LA REVISTA LUX Y SU PARTICIPACIÓN EN EL SINDICATO MEXICANO DE ELECTRICISTAS. (1928
– 2014).
LA PRESENTE ENTREGA, QUE ES LA N° 400 EN ESTE BLOG, LA DEDICO CARIÑOSAMENTE AL SINDICATO MEXICANO DE ELECTRICISTAS, INSTITUCIÓN QUE ESTÁ POR CUMPLIR SU CENTENARIO DE EXISTENCIA EL PRÓXIMO 14 DE DICIEMBRE.
POR: JOSÉ
FRANCISCO COELLO UGALDE.
Con la
siguiente portada de LUX. La revista de
los trabajadores se conmemoraba el cincuentenario del Sindicato Mexicano de
Electricistas (1914-1964):
Alcanzo
a percibir una estela de gratos recuerdos, los que deben haber impulsado
aquellos viejos compañeros, trabajadores que pertenecieron al Sindicato
Mexicano de Electricistas, el que en ese año alcanzaba a materializar uno de los
objetivos más complejos establecidos por toda organización: la permanencia. A ese
estado de cosas, la vigencia y su justificable presencia en un ambiente que,
desde luego ya no era el mismo cuando surgió. El país había cambiado, y sus condiciones
políticas, económicas y sociales tomaban distancia, por ejemplo del movimiento
revolucionario de 1910, aunque cierta habilidad política tuviese que ser
hábilmente manejada para hacer creer que su espíritu continuaba en las tareas
emprendidas, en este caso por el partido en el poder: el Partido Revolucionario
Institucional.
Desde
luego que el México de 1964 no era el mismo del de 1914.
Hoy,
año 2014, las circunstancias dejan percibir otro México bronco, ofendido,
humillado, convertido en una especie de víctima por parte de un sistema
político en que una nueva generación neoliberal, la que se impuso desde los
años 80 del siglo pasado, ha pasado a formar parte del nuevo eje dogmático,
pragmático también que está al servicio del neoliberalismo, de la
postmodernidad, de la globalización y que tiene que responder (de alguna manera
tiene que hacerlo) según vayan imponiéndose los dictados del mercado financiero
mundial. Reformas como la política, energética, laboral, educativa y otros
tantos nuevos senderos impuestos por el capitalismo emergente tienen en estos
momentos a un país en plena recesión, aunque no lo quiera reconocer la clase
política, y deben ser instancias como el Instituto Nacional de Geografía y
Estadística (INEGI, por sus siglas), los encargados de proporcionar una
información incómoda, cuyos datos duros son capaces de demostrar que los
alcances de un nuevo sexenio, por ejemplo, no llegan ni con mucho, a las metas
previstas en campaña presidencial, ni tampoco pudieron darle calificación
aprobatoria a dos o tres sexenios anteriores, por lo que definitivamente están
reprobados en muchos sentidos.
Desde
luego, la peor ofensa que recibimos quienes nos formamos en un espacio
destinado a la mano de obra aplicada en electricidad, fuimos los trabajadores
de Luz y Fuerza del Centro, agremiados en su gran mayoría con el Sindicato
Mexicano de Electricistas. La acción brutal emprendida por Felipe Calderón el
11 de octubre de 2009 puso en la calle a 45 mil trabajadores y 20 mil
jubilados, y quedando toda la infraestructura de Luz y Fuerza del Centro bajo
el control de su nuevo operario: La Comisión Federal de Electricidad.
Desde
luego que hoy, año 2014 el espíritu de muchos electricistas y sindicalizados el
cual pretendían destruido y olvidado, pervive reflejado en una lucha que sigue vigente
en varias expresiones. Sin embargo, en este aquí y ahora el Sindicato Mexicano
de Electricistas y su actual dirigencia no ha dado absolutamente una señal
clara de la forma en que conmemorará el centenario de tan noble institución, la
cual ha sido víctima en diversas épocas de severos excesos de confianza. Lo peor
en todo esto es que cometieran el grave error de la omisión histórica y se
dejara pasar una enorme oportunidad, la de recordar la creación, hace un siglo
del Sindicato Mexicano de Electricistas, pero también de imponerse un alto en
el camino para evaluar todo lo que configuró al S.M.E., y también todo lo que
le quitó esencias originales para convertirlo en suma de vicios. Del mismo
modo, establecer junto con otras organizaciones el futuro sindical en este
país, cada vez más amenazado de desaparecer o de debilitarse si no se cuidan
los propósitos que dieron forma al sindicalismo, porque precisamente hoy,
muchos sindicatos perviven en medio de un ambiente en el que sus principales
enemigos no son los señores de la clase política, sino sus agremiados. Por tanto,
si se trata de que se cuide la esencia hasta lo más que se pueda, del mismo
modo que debe conservarse la materia de trabajo, esos derechos y esas
obligaciones están en juego.
Hoy,
y no quiero equivocarme al afirmarlo, el Sindicato Mexicano de Electricistas
parecería un organismo roto, fragmentado que necesita volver a crear la sola
unidad de la que partió un día.
Antes
de dar fin a estas ideas, me parece apropiado recrear el cúmulo de sensaciones
que se dieron hace cincuenta años, y que quedaron registrados en LUX. La revista de los trabajadores.
La conmemoración del CINCUENTENARIO.
La conmemoración del cincuentenario del
Sindicato Mexicano de Electricistas constituyó un acontecimiento de carácter
nacional e internacional que rebasó todas nuestras predicciones. Durante quince
días el SME vivió jornadas inolvidables.
Desde el 25 de noviembre comenzaron a llegar
las delegaciones de sindicatos hermanos de Francia, Unión Soviética, Estados
Unidos, España, Argentina, Chile, Bolivia, Perú, Colombia, El Salvador y
Guatemala. Las delegaciones nacionales estuvieron constituidas por 50
dirigentes de las secciones del Sindicato de Trabajadores Electricistas de la
República Mexicana y por representantes del Sindicato Nacional de
Electricistas, Similares y Conexos de la República Mexicana.
El desarrollo del programa desde el día
primero hasta el 15 de diciembre se llevó a cabo estrictamente. La recepción en
la Secretaría General fue un acto pleno de camaradería sindical; la guardia de
honor en la Columna de la Independencia revistió elevada solemnidad; la
asamblea del 2 de diciembre, en la que nuestro primer secretario general (se refieren estas
notas al C. Luis R. Ochoa) –las manos aún vigorosas- condecoró, en nombre
del grupo de jubilados, el glorioso estandarte de nuestro sindicato y lo
entregó a jóvenes representantes como un baluarte y una bandera invencible,
causó un impacto inolvidable en el salón pletórico. Aquí se escuchó por primera
vez el saludo emocionado de los delegados de los países hermanos que
encontraban en México el calor inconfundible de la amistad internacional de los
trabajadores.
La Cía. de Luz y Fuerza del Centro y la
Comisión Federal de Electricidad particularmente sus directores, Sr. Lic.
Eduardo Garduño y Sr. Ing. Manuel Moreno Torres, no sólo dieron elementos y
facilidades para que los delegados visitaran las plantas de Lechería, Necaxa,
Infiernillo, Monterrey y Mazatepec, sino que se excedieron en atenciones. En las
recepciones que ofrecieron en Monterrey el STERM y el SNESCRM y éste en el Club
Electra de México, campeó un espíritu fraternal de insospechadas proporciones.
Se firmó la declaración conjunta entre los
delegados de los sindicatos de luz y fuerza de once países y de los
representantes de los tres sindicatos electricistas de México, hecho que
ocurrió en la asamblea de unidad y solidaridad sindical internacional que se
efectuó en nuestro auditorio la mañana del 8 de diciembre. En esta asamblea,
tal vez la de mayor importancia, hicieron uso de la palabra los compañeros
Luciano Galicia, en nombre del Sindicato Mexicano de Electricistas; diputado
Francisco Pérez Ríos, en representación del Sindicato Nacional de
Electricistas, Similares y Conexos de la República Mexicana; el senador Rafael
Galván, por el Sindicato de Trabajadores Electricistas de la R.M. y todos los
jefes de las delegaciones de los sindicatos de países hermanos que nos
visitaban. La declaración conjunta fue publicada en los principales diarios del
país y fue comentada en todos los círculos obreros y progresistas muy
favorablemente, y los sindicatos firmantes la darán a conocer con amplitud en
sus respectivos países.
La visita a las plantas y a las divisiones
de Lechería y Necaxa, dieron a los delegados una visión objetiva del comienzo y
el desarrollo de la industria eléctrica del centro del país, en que laboramos;
la que se efectuó a Cuernavaca, Taxco y Tepozotlán fue una panorámica de las
bellezas naturales y los caracteres indelebles de nuestro pasado y nuestro
presente. En Necaxa se inauguró brillantemente el estadio 14 de Diciembre y en
Toluca el auditorio 27 de Septiembre. Estas dos obras caracterizan el desarrollo material de
nuestro sindicato y el espíritu creador de nuestros compañeros de esas
ciudades. Los recuerdos que trajeron de ella los delegados de sindicatos
hermanos rebasan todo elogio; lo mismo sucedió en Pachuca y Tepuxtepec y en
todas partes donde convivieron con nuestros compañeros.
La conmemoración del día 14 merece capítulo
aparte. La presencia del señor Presidente de la República, licenciado Gustavo
Díaz Ordaz, que por primera vez en su gobierno visitaba un sindicato –y ese fue
el nuestro- dio extraordinaria importancia a la asamblea. El Lic. Salomón
González Blanco, secretario del Trabajo y Previsión Social, acompañó al Primer
Mandatario. Estuvieron los representantes de las más importantes organizaciones
obreras del país, y con especial simbolismo, los secretarios generales, que
fueron recibidos con muestras extraordinarias de entusiasmo y cuyos nombres
están grabados en una placa de bronce que ese día develó el presidente Díaz
Ordaz.
La cena que ofreció el Comité Central a los
compañeros fundadores del sindicato y a los ex secretarios generales constituyó
un éxito halagador en todos sentidos, y no podemos dejar de mencionar el ambigú
que ofreció el licenciado Eduardo Garduño, presidente y gerente general de la
Compañía de Luz y Fuerza del Centro, S.A. el 8 de diciembre en el edificio de
Verónica, que fue un alarde de buen gusto.
Apunte de Alberto
Beltrán publicado en LUX.
A todos los que coadyuvaron para este éxito
los trabajadores les estaremos reconocidos, pues el SME ha salido de su cincuentenario
más prestigiado nacional e internacionalmente.
LUX. La
revista de los trabajadores, año XXXVII, N° 136, del 31 de diciembre de 1964, p. 1. Colección "Fátima Alvarado".
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